El ‘milagro’ de Rajoy: análisis de @juantorreslopez

/ 28 octubre 2013
Juan Torres López

Juan Torres López

Critican a Rajoy por falta de carisma pero hay quien asegura que tiene mano de santo y hace cosas fuera de lo común.

Es normal creerlo. Parece fruto de una intervención paranormal que él y sus compañeros no hayan sido condenados después de existir tantas pruebas de que todos ellos y su partido se han financiado de modo irregular durante años. O que el político que es capaz de decir que en Fukushima no hay por qué preocuparse porque no hay problemas de radiación nuclear no haya provocado todavía un desastre nacional.

Y también parece milagrosa la recuperación de la economía española que Rajoy afirma que empieza a producirse.

Tengamos en cuenta que estamos donde estamos porque miles de empresas han cerrado despidiendo a millones de trabajadores al no disponer ni de financiación ni de demanda suficiente y que lo que nos dice Rajoy es que estamos sanando sin que se haya recuperado el crédito, ni la demanda, ni el empleo, cuando la inversión y el gasto público productivo se vienen abajo, cuando en 2014 cerrarán un 25% más de empresas que este año, cuando ya hay 3 millones de personas viviendo con menos de 307 euros mensuales y el doble de pobres que en 2007.

Verdaderamente, si lo que está diciendo Rajoy es cierto y en 2014 la economía española ya se ha recuperado de estos problemas, que son la crisis, nos encontraremos sin lugar a dudas frente a una cura que solo podrá calificarse de milagrosa.

No quisiera ser yo quien truncara el halo de santidad que igual comienza a rodear a Mariano Rajoy pero no puedo callar que, a mi modesto entender, tras el anuncio de la recuperación de nuestra economía (como tras de otros hechos de apariencia sobrenatural) no hay milagro sino trileros repitiendo muchas veces la misma mentira.

Es verdad que se están creando las bases y haciendo todo lo posible para que recalen en España fondos inversores (buitres los llaman algunos) dispuestos a comprar lo poco que ya nos queda por vender y con mucho dinero fresco para hacer negocios rápidos con lo que sea, y que eso hará que el PIB suba unas décimas en los próximos trimestres.

Pero una cosa es decir que hemos salido de la crisis por ello y otra que hayamos superado los problemas y destrozos que la crisis nos ha causado.

Aunque sea cierto que un empujoncito a tiempo ha hecho que el PIB registre una décima de crecimiento positivo que permite decir que técnicamente hemos salido de la recesión, y aunque siguiera aumentando por la entrada de capitales que se pueda estar produciendo, los males de fondo van a seguir existiendo porque no se ha resuelto ni uno solo de los problemas que los provocan, porque esos capitales no van a crear actividad productiva ni empleo y porque ni siquiera es seguro que vayan a llegar en suficiente cantidad como para hacerse notar. Dejarán buenos beneficios en bancos, comisionistas y grandes propietarios, pero nada más.

La producción industrial y el consumo caen, la deuda pública no deja de subir, un representante del FMI advierte del futuro negrísimo de las empresas españolas, pues el 41% de su deuda es materialmente impagable. Y el saldo comercial exterior que se vitorea como el nuevo motor del crecimiento tiene una cara negativa que el Gobierno esconde. La gran bajada de salarios permite que algunas empresas españolas vendan más fuera. Pero se olvida que la mayor parte de sus rendimientos no vuelven, que el saldo positivo deriva casi todo de que compramos menos porque somos más pobres, que las empresas que se dedican a la exportación son muy pocas (4,35% del total) y muchas menos las que lo hacen regularmente (1,21%). Las demás, el 95,65%, no solo no se benefician de la recuperación por la vía de vender fuera de España sino que los salarios bajos las arruinan porque casi todo lo que venden es gracias a ellos.

Si Rajoy no mintiera diría otra cosa: “La crisis termina pero para el 10% más rico de la población y para el 4,35% de las empresas. Lo siento por los demás, pero mi partido trabaja para quien le paga”.

(Artículo de opinión cedido por el autor Juan Torres López – juantorreslopez.com)

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