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La infidelidad erosiona el amor, por @AnaDeCalle
@AnaDeCalle / 25 marzo 2014Controlar la natalidad y la revolución sexual ha producido el deseo de experimentar, y ha causado una erosión lenta del valor de la fidelidad.
Actualmente vemos como algo más común la aventura extramatrimonial. Antes los hombres eran mucho más infieles que las mujeres. Hoy en día hombres y mujeres tienen relaciones extrapareja con la misma frecuencia.
Antes se pensaba que estas relaciones no eran dañinas y decían : como no lo saben … y la excusa era : las aventuras hasta pueden beneficiar la relación. Esto está mal. Puede que la infidelidad no conduzca al divorcio, como hace años, pero sí produce un daño constante en el vínculo amoroso. Las relaciones extrapareja no son la solución, sólo son un síntoma de que hay un problema en la pareja.
Hombres y mujeres infieles intentan resolver conflictos internos apoyándose en otra persona. Este es un recurso que pocas veces es eficaz como solución. A veces parece bueno pero ocurre algo destructivo que se deshace con dificultad, aunque el otro nunca lo llegue a saber … Por eso cuando amamos y tenemos respeto al compromiso marimonial estamos cómodos y en paz con nosotros. No tenemos que esconder nada ni debemos preocuparnos por borrar nuestras huellas.
Engañar es destructivo y no conduce a resultados positivos, además si actuamos de forma desleal, somos conscientes de ello y nos baja la autoestima. La lealtad es esencial para cualquier relación fuerte y afectuosa. Las parejas entran en el matrimonio con mucha esperanza, preparados -creen ellos- para intentarlo … y la felicidad se convierte pronto en imperfección cuando vemos que no nos satisface en nuestras necesidades e incluso crea nuevos problemas a los que hay que dar solución.
La convivencia crea el caldo de cultivo para que aparezca la culpa y la acusación. Si estamos solteros podemos pensar en la insatisfacción : «Si no soy feliz mía es la culpa» En pareja con este lamento le decimos «No soy feliz y la culpa es tuya» Nuestra pareja siempre suele ser el chivo expiatorio que conviene. Resulta mucho más difícil criticarse que culpar. Y más fácil es, responsabilizar a otro de nuestra frustración que asumir que somos responsables de nuestra situación.
Si acusamos, el objetivo, aunque no muy bien definido, es un cambio que queremos que se produzca. Pero dependemos de los actos de otra persona, para satisfacer nuestro deseo. Acusar es una acción repetitiva que induce sentimiento de culpa y hiere a nuestra pareja. Y lo que recogemos con este comportamiento no suele ser un cambio positivo sino acumular resentimiento y desgastar el afecto.
No caigas en la trampa de las acusaciones, porque no da resultado déjate guiar por un sexólogo y asume una actitud más afirmativa. Sé claro y especifica lo que deseas y cómo has pensado llevarlo a cabo. Porque cuánto más responsables somos en la calidad de nuestra vida, menos necesitamos culpar a los otros, y lo importante es que seremos más felices.
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