La expropiación de empresas españolas en Venezuela comienza a ser un temor para el Gobierno

/ 26 abril 2015

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, afirma en una entrevista concedida a EL PAÍS que vetar la entrada de Felipe González o expropiar empresas españolas por la crisis bilateral sería contraproducente para Venezuela.

El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo (Foto La Moncloa)

El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo (Foto La Moncloa)

«Las empresas españolas están haciendo un magnífico trabajo allí y una expropiación perjudicaría al pueblo venezolano. Nadie entendería que una empresa pagase el pato de unas malas relaciones políticas», señala. Según explica el jefe de la diplomacia española, la llamada a consultas al embajador en Caracas responde a que «todo en la vida tiene un límite», y los «exabruptos» dirigidos por el presidente venezolano, Nicolás Maduro, al Congreso de los Diputados, a dos expresidentes (Aznar y González) y al Gobierno en su conjunto, lo han sobrepasado.

Preguntado por el caso Rato y los daños que puede causarle a la Marca España, el ministro de Asuntos Exteriores reconoce que no le favorece, pero «demuestra que las instituciones funcionan», aunque «probablemente ha habido un exceso de publicidad», ya que «la Ley de Enjuiciamiento Criminal exige que la detención se realice en las condiciones más favorables para el detenido». En cuanto a los cobros de una empresa del actual embajador en Reino Unido, Federico Trillo, Margallo explica que ha hablado con él varias veces y el exministro le ha explicado que no hay ninguna irregularidad, ya que esos ingresos han sido declarados a Hacienda y estaban en el marco de la ley de incompatibilidades. «Dejemos que la Agencia Tributaria y la Fiscalía hagan su trabajo y ya veremos. No me corresponde a mí juzgarle».

Respecto al drama de la inmigración, Margallo manifiesta que España siempre ha planteado que es un tema capital para la UE y no un asunto nacional. «Lo urgente», dice, «es impedir más tragedias. Pero además de rescatar a los inmigrantes, para no crear problemas añadidos, hay que crear centros de acogida dignos en los países de origen y tránsito, como Libia».

EL PAÍS 1, 20

 


(Texto de elaboración propia realizado a partir del resumen de noticias de los servicios de prensa de Moncloa)

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