La política al revés: análisis de @juantorreslopez

/ 29 julio 2013
Juan Torres López

Juan Torres López

José Antonio Griñán es uno de los políticos españoles en activo mejor preparados, más cultos y con una experiencia más dilatada en la gestión de todo tipo de asuntos y de servicio público.

Las razones principalmente personales que acaba de dar para justificar su renuncia merecen toda credibilidad aunque es verdad que la perdería de inmediato si, como se ha escrito, en lugar de dedicarse a sus actividades privadas pasase a ser senador para buscar un aforo que dice no necesitar. Ni siquiera creo que fuese criticable que su renuncia busque que su partido evite la presión del juicio por los ERE. Más bien lo contrario. Y en todo caso conviene recordar que por evidencias mucho más claras de sobresueldos o dinero negro no se van los dirigentes del PP, así que no son precisamente los Arenas y compañía los más legitimados para censurarlo.

Ahora bien, dejando eso a un lado, resulta muy difícil de creer que cuando Griñán afirmó que se iba pero sin dejar inmediatamente el cargo no supiera realmente lo que acaba de anunciar ahora, y choca que alguien con tanta relevancia como él disimule lo que sabe nada más y nada menos que en sede parlamentaria.

Por otro lado, también ha resultado poco serio, al menos visto el proceso desde fuera, el modo de convocar las primarias para concretar su sucesión.

No soy de los que piensan que estos procedimientos lo arreglan todo en los partidos, pero sí me parece que son una buena oportunidad para que en su seno se actúe con más aire puro, transparencia y democracia. Por eso parece también chocante que, sabiendo que en ellas participaría una persona con tanta fortaleza orgánica y política como Susana Díaz (que por ello seguramente hubiera vencido en cualquier caso), Griñán las convocase como puñalada de pícaro, con efectos así muy contrarios a sus propósitos intrínsecos y de modo nada atractivo ni edificante para la ciudadanía que desea que los partidos no actúen como lo hacen sino que se abran más a la sociedad y a los intereses reales de la gente.

Para colmo, el propio Griñán ha sembrado la duda sobre el futuro del gobierno de coalición que todavía preside, dejando caer que IU podría abandonarlo y que la eventualidad de un posible adelanto electoral por esa razón justificaría las prisas para elegir a quien lo sustituya. Me resulta esto igualmente sorprendente porque, si bien es posible que esa elucubración pueda servir para cohesionar a su partido, la incertidumbre y la sospecha política son malas siempre y mucho más en momentos de perturbación y crisis como los actuales.

La única explicación que le encuentro a estos comportamientos de Griñán es que en los socialistas andaluces se haya impuesto lo que podríamos llamar el hacer la política al revés, es decir, el considerar la fortaleza y el control interno del partido como un fin en sí mismo al que se supedita toda su acción política e incluso las responsabilidades de gobierno que tengan sus dirigentes. Si fuera así, sería una herencia envenenada la que reciba Susana Díaz, a quien su gestión en el gobierno augura un futuro brillante en la política andaluza siempre que se dedique preferentemente a ello, que es lo que desea la gente que hagan sus presidentes o presidentas, y no a mantener a raya a la militancia de su partido.

Experiencias como la de los socialistas malagueños han demostrado a las claras que para que la sociedad confíe y dé el voto a un partido político no basta con que éste tenga una dirección omnipotente que controle con puño de hierro a su militancia y acalle cualquier atisbo de voz crítica. Desde que en Málaga funcionan así solo consiguen una derrota electoral tras otra, y eso mismo le podría ocurrir a todos los socialistas andaluces si la próxima presidenta sigue ese ejemplo.

 

(Artículo de opinión cedido por el autor Juan Torres López – juantorreslopez.com)

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